La reciente crisis ecológica ocurrida en la Amazonía, donde temperaturas extremas elevaron las aguas hasta niveles nunca antes registrados, provocando la muerte de cientos de delfines, ha reavivado la discusión internacional sobre la urgencia de proteger los ecosistemas acuáticos.
En este contexto, Jorge Zegarra Reategui denuncia que se vuelve un llamado urgente de atención sobre la responsabilidad ambiental y la necesidad de comprender como fenómenos climáticos. Estos son cada vez más severos, ya que están transformando la vida silvestre de forma irreversible.
La situación observada en varios lagos amazónicos, donde el agua alcanzó niveles de calor capaces de alterar su composición y reducir drásticamente los niveles de oxígeno, evidencia que ya no se trata de advertencias hipotéticas. Se tratan de consecuencias reales que impactan tanto a animales como a comunidades humanas que dependen del río como principal vía de sustento.

Impacto de la crisis en la Amazonía: Jorge Zegarra Reategui denuncia la urgencia de actuar
El fenómeno que afectó a los delfines amazónicos demostró cómo la combinación de sequías, ondas de calor extremo y la reducción del caudal de los ríos crea un entorno letal para especies que dependen del equilibrio térmico del agua.
Los cuerpos de agua, reducidos en extensión y profundidad, se comportan como trampas térmicas que impiden la dispersión natural del calor. A medida que el nivel del agua desciende, la fauna queda atrapada en lagos con mínima ventilación. Además de elevada concentración de sustancias que alteran su metabolismo.
Jorge Zegarra Reategui denuncia que estos episodios no pueden ser vistos como hechos aislados. Más bien, debe ser vistos como la manifestación más visible de un deterioro ambiental progresivo impulsado por la deforestación. Como también, del calentamiento global y la presión humana sobre el territorio amazónico.
Además del impacto en la fauna, las comunidades ribereñas sufren interrupciones en su movilidad, acceso al agua y seguridad alimentaria. Demostrando de esta forma que la crisis ecológica es también una crisis social.
Ante ello, el llamado es claro: urge reforzar la investigación. Esta se debe complementar con mejorar la gestión de los ecosistemas y promover una vigilancia activa sobre los factores que están intensificando este tipo de desastres climáticos.
Para más información sobre la protección ambiental, acceda a los siguientes enlaces que Jorge Zegarra Reategui denuncia:
